Las Family Offices se enfrentan a un reto único entre los gestores de patrimonio: conciliar los objetivos de inversión a largo plazo con los valores de la familia. Esta combinación se ha convertido en el centro de atención, en parte, debido a dos cambios clave; el panorama económico y la entrada a las familias de la siguiente generación.

“Tras un periodo de relativa calma, muchas Family Offices se encuentran en un periodo de reajuste de las carteras existentes, al tiempo que intentan hacer realidad los mandatos de la nueva generación de familias. Estos dos acontecimientos tienen un hilo en común; un aumento de la presencia y del interés por los activos de los mercados privados”.

La exploración de nuevas clases de activos es una prioridad a la hora de ajustar sus procesos de inversión en un futuro próximo. 

Tanto los fondos de capital riesgo como las operaciones directas de capital riesgo se utilizan principalmente cuando se trata de la asignación a mercados privados, seguidos de cerca por los fondos de crecimiento y las operaciones directas de crecimiento.

En cuanto a las futuras asignaciones a los mercados privados, las Family Offices muestran una preferencia por las operaciones de riesgo y de crecimiento. Sin embargo, en comparación con la asignación actual, un mayor porcentaje de encuestados prevé asignar más a oportunidades de coinversión en deuda, crecimiento y riesgo en el futuro.

Existen ventajas significativas de la inversión en el mercado privado, una mayor rentabilidad ajustada al riesgo y la capacidad de ser un inversor de valor añadido.

En general, las Family Offices se están tomando en serio las oportunidades que ofrecen los mercados privados, al tiempo que reconocen los retos que les esperan. Las instituciones capaces de superar estos obstáculos están bien posicionadas para servir a la próxima generación de familias acaudaladas.