La creciente popularidad de los coches eléctricos está impulsando las ventas de cobre en América Latina y generando un gran interés en la industria minera. Sin embargo, surge la preocupación sobre la posibilidad de satisfacer la futura demanda y la necesidad de invertir y planificar para asegurar un suministro sostenible de esta materia prima.

De acuerdo con un estudio efectuado por KPMG, se espera una inversión sustancial de 95.400 millones de dólares en la región de América Latina a través de 68 proyectos de cobre durante el periodo comprendido entre 2023 y 2029. Los países líderes en términos de valor de las inversiones son Chile, Perú y Argentina, seguidos de cerca por México, Ecuador y Brasil.

El informe revela una clara tendencia a la disminución de la producción mundial de cobre a partir de 2024, principalmente debido al agotamiento de los yacimientos en las minas activas. Es preocupante observar que se estima un déficit de aproximadamente 5,1 millones de toneladas para el año 2030, en contraste con la demanda mundial anual de 28,4 millones de toneladas.

Aunque los 20 principales proyectos de cobre identificados por KPMG en América Latina son prometedores para cubrir una parte significativa de este déficit, es poco probable que puedan cerrar por completo la brecha. Por lo tanto, para lograrlo, el especialista mexicano apunta a que se requiere una atención especial y una estrategia integral para asegurar el suministro necesario.

La industria minera es vital para la economía global, pero es vulnerable a ciclos económicos y precios bajos durante desaceleraciones. Preocupaciones actuales incluyen inflación, posibles aumentos en las tasas de interés y el conflicto Rusia-Ucrania, que afecta a sectores clave como hierro, acero y fertilizantes.

El cobre desempeña un papel fundamental en la descarbonización, siendo esencial para los cables de transmisión, el cableado eléctrico y los vehículos eléctricos. Sin embargo, los mineros de cobre enfrentan desafíos, ya que deben excavar a mayor profundidad para extraer el mineral, lo que da lugar a concentraciones más bajas y costos de extracción más elevados.

El desarrollo de un proceso de lixiviación, como el caso de Ceibo en Chile, permite extraer tres veces más cobre del mineral en comparación con los métodos convencionales. Esto revitaliza minas inactivas por problemas económicos y ofrece la ventaja de producción in situ.

Según un informe de S&P Global titulado “El futuro del cobre”, se espera que la demanda de cobre aumente de 25 millones de toneladas métricas (MMt) en 2021 a 49 MMt en 2035. Este aumento de la demanda se debe al incremento de las iniciativas de energía limpia y al uso extensivo del cobre en los vehículos eléctricos, que se espera que superen la oferta actual.

En la industria automotriz, se está produciendo un movimiento de verticalización para garantizar la materia prima mediante la firma de contratos a largo plazo para el suministro. Por ejemplo, General Motors anunció una inversión de $650 millones de dólares en una empresa que explorará litio en el estado de Nevada, EE. UU. Tesla también está evaluando activos mineros de litio de Sigma en Brasil.

El informe señala que la demanda de cobre está impulsada por la electrificación de la economía. Mientras que la demanda no relacionada con la transición energética aumentará de forma constante a un ritmo anual del 2.4 % entre 2020 y 2025, la demanda de las aplicaciones de transición energética está creciendo mucho más rápido. Esta transición es impulsada por medidas gubernamentales y reguladoras continuas.

Es crucial que los inversores consideren la sostenibilidad ambiental y social de las empresas mineras en las que desean invertir, ya que la industria minera puede tener impactos significativos en el medioambiente y en las comunidades locales donde se llevan a cabo las operaciones. 

Actualmente, más inversores y empresas adoptan criterios ESG para evaluar el impacto ambiental, relaciones con partes interesadas y gobernanza corporativa. Esto ayuda a identificar oportunidades mineras alineadas con valores y objetivos de inversión, favoreciendo un desempeño sostenible a largo plazo mediante prácticas responsables y relaciones sólidas con comunidades locales.